Las criptodivisas pueden ser un factor importante para que América Latina rompa los grilletes de la limitación financiera. Y son los conocedores de la tecnología los que ya se están acercando a ella.

El gran historiador británico Eric Hobswahm describió una vez a América Latina [como] «una región donde la evolución histórica ocurrió a velocidad rápida». Recientemente, esto podría ser tomado como cierto. Los conflictos civiles en Ecuador y Chile muestran cómo las cosas pueden cambiar en el continente, especialmente en Chile, una nación conocida por su estabilidad económica.

La disolución social en Venezuela, el cuestionado manejo político en Brasil por parte del presidente Jair Bolsonaro y la amenaza al delicado acuerdo de paz (firmado en 2016) entre el gobierno colombiano y los rebeldes marxistas de las FARC han sumido al continente en una «posible» confusión.

La actual pandemia de COVID-19 no hace más que avivar el fuego de un mayor malestar social, lo que podría crear un escenario en el que los países del continente desciendan a algo parecido a los oscuros días de los años sesenta y setenta, cuando las dictaduras militares, los asesinatos y la intimidación política estaban a la orden del día.

Aquí hay una pregunta:

¿Sabías que algunas de las tasas más altas de adopción de criptomoneda se dan en América del Sur?

Países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México tienen niveles récord de usuarios de criptodivisas en el planeta, avergonzando a algunas de las naciones del mundo desarrollado.

Una razón para esto podría ser que la confianza de la gente en las monedas de sus naciones está en su punto más bajo. Es aquí donde entran las criptodivisas en América Latina.

Altos índices de adopción

La gran recesión en América del Sur, que comenzó en 2008, hizo que la confianza se desplomara. La crisis financiera de Argentina comenzó el año pasado, cuando la inflación aumentó en más del 50% una vez más. Brasil en 2016, cuando mucho de lo mismo bajó. Y no nos olvidemos de la economía de Venezuela.

Una razón para la popularidad del legado de Satoshi es la seguridad en la que las cripto-monedas pueden ser enviadas. Con muchos latinoamericanos viviendo en Norteamérica y la Península Ibérica por razones económicas, es una solución fácil para enviar remesas a sus familias en casa.

Para un gran número de la población sudamericana (algunos dicen que hasta el 50%), la realidad de estar sin banco es un obstáculo masivo para la aceptación social y el compromiso civil.

Los criptosistemas, sin embargo, eliminan todo esto, dislocando a los no bancarizados de las maquinaciones de la naturaleza burocrática de las ineptitudes financieras de sus naciones.

Servicios como Crixto de Venezuela, la nueva empresa mexicana Volabit, Panda de Colombia, Ripio de Argentina y la nueva empresa uruguaya Cryptofacil, están cambiando la cara de las finanzas en el continente para siempre y la manera en cómo se  usan las criptodivisas en América Latina.

La criptocorriente, y la tecnología subyacente detrás de ella, la cadena de bloques; están insuflando nueva vida a un continente que, durante demasiado tiempo, ha estado bajo la mesa.